Ya hace seis meses y medio que me fui de casa para empezar esta aventura. Ahora, con la mochila llena de experiencias y aprendizajes, empiezo a ver el final de esta primera parte: Asia.
Las dos últimas semanas en Laos las pasé con un amigo de toda la vida. Cuando hace tanto tiempo que no ves a tu gente, su visita se convierte en una bocanada de aire fresco. Y si además, esa persona te trae queso manchego y otros productos que no comías desde que te fuiste de tu país, ya no hay palabras para describir todo lo que sentí…
Esas dos semanas me permitieron cargar las pilas para seguir mi viaje y encarar el tramo final con más fuerza. Quiera o no, mi cabeza ya empieza a visualizar el mediterráneo, el vermouth del domingo con amigos y la paella en el jardín de casa.
Laos fue sin lugar a duda, uno de mis países preferidos de Asia. Cuando conozco a gente viajando, una de las cosas que más me preguntan siempre es qué país es mi preferido. Nunca respondo con uno en concreto, ya que es imposible. ¿Cómo podría elegir uno cuando en todos he vivido cosas increíbles? Creo que al final, las experiencias que vives y las relaciones personales con la gente que te cruzas en tu camino, definen tus preferencias y los sentimientos que te transmite cada lugar. Quizá es por eso que Laos me ha marcado tanto.
Esperé a mi amigo en Vientián y nos dirigimos a Thakhek, una localidad en el centro del país, desde donde se empieza una de las rutas más conocidas en moto. Pasamos unos días viajando por la Laos más rural y auténtica. Conducir en moto nos proporcionaba la libertad de parar en cualquier momento para observar el magnífico paisaje que se nos presentaba en frente. Creo que esta sensación la he experimentado muchas veces en Laos. Quedarme embobado mirando la naturaleza en su máxima esplendor, como si de un cuadro se tratara. Todo parece colocado en el lugar perfecto para que un artista pueda crear su obra. Llanuras llenas de arrozales de diferentes tonalidades de verde, montañas que parece que crezcan de un día para otro en el horizonte, cascadas, cuevas y piscinas naturales a lo largo del camino, animales por todas partes…pero sobre todo las personas. Nunca me cansaré de repetirlo, no importa el país en el que estés, si te alejas de los lugares turísticos, solo encontrarás sonrisas y generosidad.
Fuimos bajando poco a poco hacia el sur, hasta llegar a las 4000 islas del Mekong, donde pasamos los últimos 5 días. Al final eran las vacaciones de mi amigo, así que necesitamos unos últimos días de relax, comer mucho y bien. Don Det resultó ser el lugar perfecto. Y bendita temporada baja, estar casi solo en la isla fue un regalo.
Mi camino seguiría hacia el sur, cruzando la frontera para entrar en Camboya. Eso es algo que no tenía planeado pero como pasa a menudo, lo que terminas haciendo se parece poco a tus planes iniciales. En Camboya me esperaba un proyecto muy interesante en una de las islas, Koh Rong Samloem. Vietnam tendría que esperar.
Llegué al sur de Camboya después de más de 24 horas de viaje. Como tenía prisa, no hice autostop y vine en diferentes buses. Llegué rendido pero con ganas de pasar unos días en la isla y conocer la gente del proyecto, Manon, Alix, Alexis y Théa, de Francia.
Trash is nice es un proyecto medioambiental de reciclaje de la ONG francesa Plastic Cells. Sus objetivos son los siguientes:
¿En qué consiste exactamente su proyecto?
Trash is nice quiere transformar residuos plásticos y convertirlos en objetos útiles. En todo el mundo, y especialmente en Asia, cada día se usa y se tira todo tipo de objetos hechos de plástico. Lo que ellos hacen es recoger toda la basura que se genera en la isla o que llega a sus playas por la corriente del mar. Hablamos de pajitas, botellas de plástico, tapones, etc. En concreto el tipo de plástico que usan es PS, PET Y HDPE. ¿Y luego? Ahí viene la magia. Usando máquinas que ellos mismos han construido, trituran el plástico en pequeños trozos y después de fundirlos obtienen una pasta con las que construir todo tipo de objetos: mesas, sillas, estanterías, suelos, laminas para paredes, escaleras, etc.
Más allá de el resultado material, hay además un trabajo de sensibilización con la gente local. El hecho de vivir en la isla y convivir día a día con los isleños, les permite ir concienciándolos sobre el problema del plástico y hablar de forma más abierta sobre el desarrollo sostenible y medioambiente.
Antes de llegar a la isla, me fui al mercado local con Vanesa, chilena que conocí en Laos y con la que me había reunido en Camboya, y compramos una máquina para cortar metales, que la ONG necesitaba para seguir con su proyecto. Ahora mismo están construyendo las instalaciones donde transformaran el plástico en objetos útiles. Además compramos discos de repuesto para la sierra y brocas para taladro.
En total me gasté 110$.
Si quieres apoyarme en mi proyecto y seguir leyendo historias como esta, te agradeceré enormemente si pones tu granito de arena. Lo puedes hacer en este enlace:
Pasar 6 días en la isla nos permitió conocer de primera mano el proyecto y también compartir muchos momentos con ellos. Los miembros de Plastic Cells llevan solo mes y medio en Koh Rong Samloem, pero antes de llegar pasaron 6 meses en Chiro, un pequeño pueblo en el centro de Camboya donde llevaron a cabo el mismo tipo de proyecto. Dado el éxito decidieron venir a la isla, donde el problema del plástico y la basura en general es aún más grave debido a la dificultad de deshacerse de ella y a la gran cantidad de desechos que llegan por mar.
El tipo de proyecto de Trash is nice, forma parte en realidad de un movimiento mundial llamado Precious Plastic, creado por un holandés, Dave Hakkens. Un proyecto de acceso libre a todo el mundo que quiera participar. En este enlace podéis encontrar más información.
El último día en la isla tuvimos la oportunidad de participar en una recogida de basura en la playa. En la isla las organizan a menudo y además permite a la ONG obtener sus residuos plásticos para poder transformarlos en objetos útiles una vez estén preparadas las instalaciones y las máquinas. Pasamos 2 horas recogiendo basura de las rocas y sentí mucha impotencia al darme cuenta que por mucho que recogiéramos, nunca se terminaba. Lo peor es saber que al cabo de 1 o 2 semanas, seguramente la playa volvería a estar igual de sucia. Todo esto es lo que recogimos, quilos y quilos de basura:
Nos fuimos de Koh Rong Samloem llenos de energía positiva después de conocer un proyecto tan inspirador y pasar tiempo con gente que es consciente que para cambiar el mundo, se tiene que empezar a nivel local.
Después de cruzar en autostop el país dirección norte, llegamos a Siam Reap donde visitaremos otro proyecto, esta vez educativo y de una ONG española: Camboya Sonríe.
Alargo mi estancia en Camboya consciente que mi último país de Asia me espera a la vuelta de la esquina. Vietnam ha sido el país del que me han hablado mejor durante todos estos meses. Es imposible no crearse expectativas…
Hola Joel, qué viaje! sobretodo interno, emocionante y estupendo. Ayer vi una pelicula de Victor Vu, Blood letter, a la vez fantastica y de arte martial, que pasa en Viet-Nam, y los paisajes son maravillosos. Mucha suerte. Si pasas por Lille, te prepararemos una tarta de Maroilles!
Gracias Colette, tarde o temprano pasaré por Lille! Un abrazo!